El nuevo edificio se muestra como la integración de diferentes volúmenes, bajo una única cubierta rodeada que emerge y fluye iluminada, que permite crear una transición relajada exterior-interior y que invita al visitante a recorrerla. Este eje intersticial, vertebrador de la planta, nos va acompañando por los diversos edificios, con aperturas muy generosas, que nos permiten vivir su espacialidad, su luz y su dinamismo. Además, este flujo de luz se expande y nos ayuda a organizar el espacio exterior, de manera natural y armónica. De esta forma, todo el ámbito de actuación abraza el edificio y dialoga con el entorno más inmediato, y pueden incorporarse, de una manera lógica, las futuras zonas verdes.
El nuevo edificio se muestra como la integración de diferentes volúmenes, bajo una única cubierta rodeada que emerge y fluye iluminada, que permite crear una transición relajada exterior-interior y que invita al visitante a recorrerla. Este eje intersticial, vertebrador de la planta, nos va acompañando por los diversos edificios, con aperturas muy generosas, que nos permiten vivir su espacialidad, su luz y su dinamismo. Además, este flujo de luz se expande y nos ayuda a organizar el espacio exterior, de manera natural y armónica. De esta forma, todo el ámbito de actuación abraza el edificio y dialoga con el entorno más inmediato, y pueden incorporarse, de una manera lógica, las futuras zonas verdes.
El edificio se proyecta como unos volúmenes independientes, pero que convergen y conversan entre ellos mediante una geometría que nos permite racionalizar las formas y armonizar los espacios, llegando a conseguir que se relacionen sin perder su independencia. Esta separación de los diferentes usos nos permite una gran versatilidad del edificio respeto a su construcción por fases y, lo más importante, su utilización bien diferenciada. Por esta razón se crean numerosas entradas que nos permiten un acceso organizado a los diferentes edificios y la utilización de unos u otros de forma independiente.